



Cada jugador va tirando cartas al prado de flores. Si la carta coincide en color o en animal con las del montón, se queda en el prado, pero si no coincide se guarda en el pasto individual. Cuando ya no quedan cartas por robar o en la mano, gana quien menos cartas tenga en su pasto. Un alegre y colorido juego de cartas con animales de granja, que nos hará creernos verdaderos campensinos.